Apenas enterrado el Carnaval, con todos sus brillos y excesos, se abre paso un nuevo ciclo, la Cuaresma. Tiempo de penitencia y reflexión. Se inicia hoy, Miércoles de Ceniza, y se extenderá durante 40 días de preparación para celebrar la fiesta más importante de los cristianos, que es la Pascua de Jesús. Todavía se mantiene entre los católicos la antigua tradición de realizar en este día ayuno y abstinencia para elevar el espíritu y doblegar las pasiones de la carne.
“El sentido que hoy le damos al ayuno sigue siendo penitencial. Creemos que hace falta hacer penitencia por nuestros pecados, aunque también le damos el significado de disciplinar, es decir, para aprender a dominarnos en algunas cosas, no siempre hacer lo que nos gusta sino poner en práctica esta parte del humanismo cristiano que es obrar en contrario para dominar las pasiones”, explica el cardenal Luis Villalba. El prelado presidirá esta tarde el rito de la cenizas a las 19.30 en la iglesia de la Santa Cruz, avenida Las Américas 620. Media hora antes de la misa rezará el rosario con los fieles.
“En estos días los católicos acostumbramos a confesarnos, a comulgar y realizar el vía crucis, para un mayor encuentro con el Señor. Es importante hacer ayuno y abstinencia, que son sacrificios personales para el dominio de uno mismo y para experimentar lo que muchos de nuestros hermanos están sufriendo”, afirma el padre Carlos Sánchez, de la basílica La Merced.
Con el paso del tiempo, el ayuno y la abstinencia de carne se han ido despegando de la comida. “Lo que importa es el acto penitencial, que puede ser la privación de cualquier otra cosa”, aclara monseñor Villalba. “Es tiempo de limosna. De entrega de tiempo, esfuerzo, talentos, para dignificar al hermano que vive inhumanamente y con carencias de todo lo necesario”, apunta el padre Carlos. También el papa Francisco invita a pensar en la Cuaresma como “un tiempo para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna”.
El padre Marcelo Barrionuevo párroco de la Catedral, interpreta el ayuno como un símbolo de austeridad de la vida personal. “Es controlar lo lícito para no caer en lo ilícito, como dice San Pablo”, cita. Dice que no sólo debe ser material, en cuanto a la comida y la bebida o a la ostentación en la vestimenta. “El ayuno también debe ser en sentido espiritual, evitar la crítica, la envidia, la difamación, el desatino y la necedad”, explica.
“El otro es un don”
En su mensaje para esta Cuaresma, Francisco recuerda la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro. “El pobre se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa”, grafica. “Ese pobre en la puerta del rico no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. Esta parábola nos invita a abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido”, explica el Santo Padre.
“La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo”, propone Francisco.
Hacer ayuno siempre hace bien, y no sólo una vez al año, sino, si fuera posible, una vez a la semana. El cuerpo necesita un descanso de alimentos. Requiere purificarse, limpiarse de toxinas. Hoy en día están de moda las dietas detox (desintoxicantes) a base de jugos, frutas y verduras, fundamentalmente. Lo ideal es hacer esta dieta nada más que 24 horas, es decir, un solo día desde la noche anterior.
En el desayuno es muy conveniente tomar un vaso de leche de coco, acompañado con frutas de toda clase y con ocho nueces. Al mediodía el almuerzo debe incluir ensaladas de al menos cinco colores diferentes. Hidratarse durante el día es fundamental. Se puede tomar agua pura y jugos de toda clase de frutas y verduras.
Todas las religiones y también la católica incluyen esta práctica del ayuno junto con la meditación. Los resultados son desintoxicación y renovación de un ciclo.
"Polvo eres y al polvo volverás"
Los griegos, los egipcios, los judíos y los árabes, entre otros pueblos antiguos, acostumbraban a cubrirse la cabeza de ceniza en señal de luto o duelo. Las cenizas remiten simbólicamente a la muerte, a la finitud del cuerpo. El rito que hoy, Miércoles de Ceniza, se realiza en todas las iglesias consiste en la imposición de las cenizas bendecidas, en forma de cruz, en la frente de los fieles. El sacerdote acompaña este rito con la frase bíblica “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”, que recuerda al hombre su condición de mortal.
Las cenizas son un signo penitencial, que ya era usado desde la antigüedad como lo refiere el Antiguo Testamento. Las cenizas que se utilizan en esta ceremonia se obtienen de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior.
El Miércoles de Ceniza es una celebración litúrgica móvil siempre relacionada con la Pascua, que también cambia de lugar en el calendario. En el siglo IV se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, que comenzaba seis semanas antes de la Pascua, en domingo. Pero como el domingo era un día de fiesta y no podía realizarse ayuno, entonces se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer sábado de mes. Este día es de ayuno y abstinencia para los católicos, al igual que el Viernes Santo.
Misas con el rito de las cenizas
A las 12, 19 y 20.30 en la Catedral (19 en Buen Pastor).
A las 19.30, en la iglesia de la Santa Cruz.
A las 20, en El Salvador.
A las 21, en San Pío X (capilla San Antonio a las 19.30).
A las 19.30 y a las 20.30, en Corazón de Jesús.
A las 20.30, parroquia San Pablo, y 19, Villa Nougués.
A las 20 y a las 21.30, Cristo Rey.
A las 19.30, Nuestra Señora del Valle.
A las 20, Nuestra Señora de Fátima.
A las 7.15, 18.30 y 20, La Merced.
A las 20.30, parroquia de la Sagrada Familia.